Ataque de pulso electromagnético

Durante la pasada década hubo un debate acerca de la amenaza de un posible ataque por pulso electromagnético (EMP) sobre la civilización moderna. Este debate ha sido quizás el más acalorado de los últimos años en los Estados Unidos, donde la comisión, designada por el Congreso, evaluó sus posibilidades en informes realizados en el 2004 y el 2008 respectivamente. La comisión también pidió, en su momento, un compromiso nacional de enfrentar la posibilidad de dicha amenaza fortaleciendo la infraestructura nacional.

No cabe duda de que los esfuerzos de los Estados Unidos para endurecer la infraestructura contra un EMP han sido erosionados en las últimas décadas con el final de la Guerra Fría y la disminución de un posible conflicto nuclear con Rusia. Esto también se aplica a los militares estadounidenses, que ha pasado poco tiempo contemplando escenarios de este tipo en los años transcurridos desde la caída de la Unión Soviética. El costo de la adaptación de los antiguos sistemas de defensa a la de los nuevos sistemas, es inmensa. Y como con cualquier tema relacionado con grandes cantidades de dinero, el debate sobre la protección contra un EMP se ha vuelto muy politizado en los últimos años.

Durante mucho tiempo se evitó escribir sobre este tema precisamente por esa razón. Sin embargo, como el debate sobre una amenaza por EMP ha continuado, muchos lectores han preguntado como sería dicha amenaza, y pensamos que podría ser útil discutir desapasionadamente los elementos tácticos que participan en este tipo de ataque y los diferentes actores que pueden llevar a cabo una amenaza de tal envergadura. Lo que sigue es nuestra evaluación de la probabilidad de un ataque EMP tomando como escenario los Estados Unidos.

Funcionamiento de un arma de pulso electromagnético (EMP).

Definición de Pulso Electromagnético

Un EMP se pueden generar a partir de fuentes naturales como rayos o tormentas solares que interactúan con la atmósfera de la Tierra, la ionosfera y el campo magnético. También puede ser creado artificialmente mediante un arma nuclear o una variedad de dispositivos no-nucleares. Durante mucho tiempo se ha demostrado que un EMP puede incapacitar la electrónica. Su capacidad para hacerlo ha sido demostrada por las tormentas solares, los rayos y por las explosiones nucleares atmosféricas antes de la prohibición de dichas pruebas. El efecto también ha sido recreado por simuladores de EMP diseñados para reproducir el pulso electromagnético de un dispositivo nuclear y el estudio de cómo el fenómeno impacta sobre diversos tipos de aparatos eléctricos y electrónicos, tales como redes eléctricas, de telecomunicaciones y sistemas informáticos, tanto civiles como militares.

Los efectos de un EMP – tanto táctica como estratégicamente – tienen un potencial muy importante, pero también muy incierto. Estos efectos generalizados se pueden recrear en una detonación nuclear a gran altitud (por lo general superior a 30 kilómetros, aproximadamente 18 millas). Este efecto se conoce como EMP a gran altitud. Los datos reales de explosiones nucleares a gran altitud son muy limitados. Sólo los Estados Unidos y la Unión Soviética lograron llevar a cabo ensayos nucleares atmosféricos por encima de los 20 kilómetros y, en conjunto, apenas alcanzaron unas 20 pruebas reales.

Simulación del alcance de un EMP sobre territorio norteamericano.

Aún en 1962 – un año antes de que el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos entrara en vigor, prohibiendo a sus signatarios la realización de detonaciones de prueba sobre tierra y terminando las pruebas atmosféricas – los científicos estaban sorprendidos por el efecto del EMP. Durante una prueba nuclear atmosférica el 7 de julio de 1962 llamada “Starfish Prime”, que tuvo lugar 400 kilómetros por encima de la isla de Johnston en el Pacífico, los sistemas eléctricos y electrónicos sufrieron daños en Hawai, a unos 1.400 kilómetros de distancia. La prueba de Starfish Prime que no fue diseñada para estudiar el EMP y el efecto en Hawaii, que estaba tan lejos de la zona cero, sorprendió a los científicos norteamericanos.

Los ensayos nucleares a gran altitud terminaron cuando se conocieron y probaron los efectos de un EMP. El limitado conocimiento que fue adquirido en estas pruebas sigue siendo un tema altamente clasificado tanto en los Estados Unidos como en Rusia. En consecuencia, es difícil hablar con inteligencia sobre el EMP o en público debatir la naturaleza precisa de sus efectos en el ámbito del código abierto.

Simulación de un EMP a pequeña escala, sobre una ciudad.

La importancia de la amenaza por EMP no debe ser subestimada. No hay duda de que el impacto de un ataque por EMP sería significativo. Pero cualquier actor que traza tal ataque trataría con incertidumbres inmensas – no sólo sobre la altura ideal a la que detonar el dispositivo basado en su diseño y rendimiento para maximizar su efecto, sino también sobre la naturaleza de los efectos y la magnitud devastadora que podría resultar.

Los dispositivos no nucleares que crean un efecto similar al EMP, tales como dispositivos de microondas de alta potencia (HPM) , se han desarrollado en varios países, incluyendo Estados Unidos. El más hábil de estos dispositivos posee una gran utilidad táctica y en su variante más poderosa puede ser capaz de conseguir efectos a más de un kilómetro de distancia. Pero en la actualidad, estas armas no parecen ser capaces de crear un efecto EMP lo suficientemente grande como para afectar a una ciudad, y mucho menos a un país entero. Debido a esto, limitaremos nuestro análisis de la amenaza EMP al efecto causado por una detonación nuclear, que también pasa a ser el escenario que aparece más frecuente en los medios de comunicación.

Escenarios de ataque

Con el fin de poder tener una mayor probabilidad en daños inmediatos a los Estados Unidos, por un ataque EMP a escala continental, es necesario detonar un arma nuclear por encima de los 30 kilómetros en algún lugar sobre el Medio Oeste americano. Es decir, un tercio de la altitud de los modernos aviones comerciales. Sólo los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China poseen el diseño de ojivas y misiles balísticos intercontinentales (ICBM) con capacidad para llevar a cabo este tipo de ataque en su propio territorio, y estos mismos países han poseído esa capacidad desde hace décadas. Cabe destacar que los misiles de corto alcance pueden alcanzar esta altura, pero el centro de los Estados Unidos sigue estando a 1.000 kilómetros de la costa Este y a más de 3.000 kilómetros de la Costa Occidental, siendo insuficiente hacerlo con misiles descontinuados como los tipo Scud.

La amenaza por EMP no es nada nuevo. Ha existido desde la década de 1960, cuando las armas nucleares fueron alojadas en los primeros misiles balísticos, y llegó a ser un componente importante en la estrategia nuclear. A pesar de la comprensión limitada de sus efectos, es casi seguro que los Estados Unidos y la Unión Soviética tenían en su arsenal un número considerado de armas con capacidad de crear estos efectos, tanto defensiva como ofensivamente. Se cree que tanto la Rusia post-soviética como la China comunista incluyen en sus escenarios la posibilidad de ataque por EMP contra los Estados Unidos.

Simulación de un escenario de defensa ante un posible ataque EMP.

Sin embargo, existen fuerzas disuasorias muy significativas respecto al uso de armas nucleares para generar un ataque por EMP contra los Estados Unidos, y debemos recordar que las armas nucleares no han sido usadas con estos fines en ninguna parte desde 1945. A pesar de que en algunas teorías el ataque por EMP podría ser menos destructivo y por lo tanto con menos probabilidad de provocar una reacción vengativa y devastadora; tal ataque contra los Estados Unidos representaría intrínsecamente y necesariamente una respuesta nuclear y la idea de que los Estados Unidos no respondan ante un ataque de tal envergadura es un completo absurdo. Los Estados Unidos siguen manteniendo la fuerza disuasoria nuclear más creíble del mundo, y cualquiera que contemple un ataque por EMP tendría que suponer que pudieran experimentar un poco de represalia limitada, pero la represalia estadounidense sería completa, rápida y devastadora.

Los países que construyen armas nucleares lo hacen a un gran costo. Esto no es una cuestión de capricho. Incluso hoy en día, un programa exitoso de armas nucleares es producto de varios años de inversión y dicha inversión es enfocada a un amplio espectro de recursos nacionales. Las armas nucleares también se desarrollan como un elemento de disuasión para atacar, aunque no con la intención de usarlos inmediatamente de manera ofensiva. Una vez que un diseño ha logrado una capacidad inicial, el foco apunta al establecimiento de un elemento de disuasión de supervivencia para posteriormente continuar con un primer ataque nuclear, a fin de servir a su propósito fundamental de elemento de disuasión a los ataques. La coherencia, la habilidad y el foco que esto requiere son difíciles de alcanzar y tienen un costo inmenso al país en desarrollo. La idea que Washington interpretará el uso de una arma nuclear para crear un EMP como algo menos hostil que el uso de una arma nuclear para destruir físicamente una ciudad americana no es el tipo de juego al cual un país se arriesgará.

En otras palabras, para los países capaces de llevar a cabo un ataque por EMP, los principios de la disuasión nuclear y la amenaza de un ataque en represalia a gran escala se mantiene, tal como lo hicieron durante los días más tensos de la Guerra Fría.

Si se detonase una bomba nuclear de tamaño medio, sobre la ciudad de Kansas, su efecto sería lo suficientemente fuerte como para destruir un centenar de años de desarrollo tecnológico.

Actores en escena

Un escenario de amenaza por EMP no emana de un poder global o regional, como Rusia o China, sino de un estado criminal o de un grupo terrorista transnacional que no posee misiles balísticos intercontinentales, sino que utiliza subterfugios para cumplir su misión sin dejar huellas. En este escenario, el Estado delincuente o grupo terrorista carga una cabeza nuclear y un lanzamisiles a bordo de un buque de carga o buque petrolero y luego lanza el misil hacia la costa a fin de conseguir que la cabeza nuclear esté sobre el objetivo. Este escenario implicaría el uso de un misil balístico de corto alcance para lograr un ataque localizado o un misil balístico de mayor alcance (no intercontinental) para alcanzar la posición necesaria sobre la costa oriental u occidental o el Medio Oeste para lograr su objetivo.

Cuando consideramos este escenario, debemos reconocer primero que se está frente a los mismos obstáculos que pudiera presentar el uso de un arma nuclear que haya sido empleada en un ataque terrorista. Es poco probable que un grupo terrorista como Al Qaeda o Hezboláh pueda desarrollar su propio programa de armas nucleares. También es muy poco probable que una nación que ha dedicado gran esfuerzo y dinero para desarrollar un arma nuclear confíe este tipo de armas a una organización externa, y a su vez extremista. Cualquier uso de un arma nuclear sería investigado enérgicamente y la nación que fabricara el arma sería identificada y pagaría un alto precio por este tipo de ataque (por ello la gran inversión que se ha hecho durante la última década en el campo de la ciencia forense nuclear). Por último, como se señaló anteriormente, un arma nuclear es visto como un elemento disuasorio en países como Corea del Norte o Irán, que buscan este tipo de armas para protegerse de una posible invasión, no para uso ofensivo. Existe la posibilidad de que grupos, como Al Qaeda, puedan utilizar un dispositivo nuclear (si es que pueden obtenerla), dudamos que otros grupos como Hezbolá lo haga. Hezbolá cuenta con una base conocida de operaciones en el Líbano que podrían verse afectada en un contraataque, por lo que estarían menos dispuestos a arriesgarse a iniciar un ataque al territorio enemigo.

Además, este escenario no requeriría de un dispositivo nuclear, pero si de una cabeza nuclear sofisticada capaz de ser acoplado a un misil balístico.

Hay considerables obstáculos técnicos que separan a un artefacto nuclear de una cabeza nuclear sofisticada. La experiencia en ingeniería, necesarios para construir una ojiva de ese tipo, es mucho mayor que la necesaria para construir el dispositivo . Una cabeza nuclear tiene que ser mucho más compacta que un dispositivo primitivo. También debe tener un mecanismo de activación y una electrónica que soporte la fuerza de un lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales, el viaje hacia el frío vacío del espacio y el calor y la fuerza de volver a entrar en la atmósfera – y seguir funcionando como fue diseñado. El diseño de una ojiva funcional tiene avances considerables en varios campos de la ciencia, incluyendo la física, la electrónica, la ingeniería, la metalurgia y la tecnología de explosivos; la supervisión de todo esto debe tener un control de calidad de gama alta. Es por ello que afirmamos de que, para un grupo de terroristas que buscan llevar a cabo un ataque nuclear, sería mucho más sencillo hacerlo utilizando un dispositivo crudo en vez de utilizar una cabeza nuclear sofisticada .

Pero incluso si una organización terrorista lograra obtener una cabeza nuclear funcional y un núcleo fisionable y compatible, sería un desafio para estos acoplar la ojiva a un misil que no fue diseñado para ello, para posteriormente lanzarlo y detonarlo adecuadamente. Además, el proceso de alimentación de combustible en un misil balístico es demasiado costoso, ni hablar de lo incomodo que resulta el lanzamiento en desde un barco con un improvisado lanzador que de por sí también sería muy difícil. Corea del Norte, Irán y Pakistán, todos dependen en gran medida de la tecnología Scud, que utiliza combustibles tóxicos y corrosivos volátiles.

El fallo simultáneo de millones de equipos sin posibilidad de repararlos o sustituirlos en un plazo de tiempo breve dificultarían o paralizarían cualquier tipo de defensa contra el inminente ataque.

Este tipo de complejidad e incertidumbre es lo que los agentes terroristas bien entrenados tratan de evitar en una operación. Además, una detonación nuclear a nivel del suelo en una ciudad como Nueva York o Washington causaría mas terror, muerte y la destrucción física que un ataque no letal por EMP.

Esquema de los daños provocados por un ataque EMP a la estructura de cualquier nación.

No nos equivoquemos: EMP es real. La civilización moderna depende en gran medida de la electrónica y la red eléctrica para una amplia gama de funciones vitales, y esto es más cierto en los Estados Unidos que en la mayoría de otros países. Debido a esto, un ataque por EMP o una importante tormenta geomagnética podría tener un impacto dramático en la vida moderna de la zona afectada. Sin embargo, como hemos comentado, la amenaza por EMP ha estado presente por más de medio siglo y hay una serie de variables técnicas y prácticas que hacen que un ataque por EMP con una ojiva nuclear sea altamente improbable.

Al considerar la amenaza por EMP, es importante reconocer que existen miles de otras amenazas, incluidas las amenazas relacionadas, como la guerra nuclear y los ataques HPM a pequeña escala. También se incluyen las amenazas planteadas por la guerra convencional y las armas convencionales, tales como sistemas de defensa-portátil de aire/hombre , el terrorismo, los ataques de guerra cibernética contra infraestructuras críticas, ataques químicos y biológicos, incluso los desastres naturales como terremotos, huracanes, inundaciones y tsunamis.

Un ataque de pulso electromagnético de gran altitud induce en torno a 50.000 voltios/metro.

El mundo es un lugar peligroso, lleno de amenazas potenciales. Algunas cosas son más probables que otras, y hay sólo una cantidad limitada de fondos para controlarlas, tratar de prevenirlas, prepararse y manejarlas todas. Cuando uno intenta defenderse contra todo esto, el resultado práctico es que nos estamos defendiendo de la nada. La asignación de prioridades bien fundadas y racionales de las amenazas es esencial para la defensa eficaz de una nación.

Un ataque por EMP o una importante tormenta geomagnética podría tener un impacto dramático en la vida moderna de la zona afectada.

El fortalecimiento de la infraestructura nacional contra el EMP y HPM es sin duda importante, hay deficiencias muy reales y vulnerabilidades críticas en las infraestructuras de los Estados Unidos, por no hablar de la sociedad civil. Pero cada dólar gastado en estos esfuerzos deben ser equilibrados contra un dólar que no se gasta, por ejemplo, en la seguridad portuaria, que consideramos es un mucho más vulnerable y con mucho más probabilidades de ser victima de un ataque nuclear por un Estado canalla o un actor no estatal.

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By Scott Stewart and Nate Hughes

Traducción: Juan Carlos Jiménez

Fuente: Stratfor Global Intelligence

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